Tiempo


Su reino absoluto me cautiva, me atemoriza, me sorprende segundo a segundo. Su perfecto dominio altera mi finita mente, incapaz de entender la perpetuidad de su poderío. Se presenta eterno frente a mi condición mortal, burlándose con ironía como siempre lo hizo a través de los siglos, majestuoso frente al universo reducido a un simple vasallo.
Su axiomática victoria me encuentra implorando que no despliegue su vasto poder mientras mi existencia se reduce a casi nada.
Mi derrota es confusa angustia, solo queda jugar con mis relojitos de colores para hacer la espera más amena. Escucho que las agujas giran y giran, y continúan girando, al igual que mi cuerpo alrededor del sol. Intento con mi razón negligente asignarle un nombre a tan magna fuerza, entonces observo como procede... y su obrar me maravilla... ya que a su paso deja destrucción, grietas profundas, arrugas grises, manchas y páginas ambarinas. Ahora lo divido en partes, de las mas diversas magnitudes. Resulta entretenido transformar en una simple medida al único testigo que presenció como el caos fue orden en un solo instante, para finalmente volver a ser caos. Pero aún no socavo el aburrimiento que habita en mi ser, necesito proseguir con este ultraje profano. Mi locura humana impide obtener lo que deseo, y simplemente me conformo con concederle acciones a este cruel déspota... ahora puede ganarse o perderse, ajustarse, correr, también darse, hacerse, puedo disfrutarlo o
simplemente dejarlo pasar, pero nunca puede detenerse y mucho menos faltarme.
Repentinamente mis delirios generan la falsa sensación de control, pero este vigor se desvanece ante la infinitud de mi soberano. Y no afirmo como el Eclesiastés que todo tiene su tiempo, sino que ahora creo que es el Tiempo el que todo lo tiene.

Diatriba



Me harté de este rol ingenuo, de colmarme de pensamientos inútiles y de todas maneras acceder una y otra vez a tu turbio juego, para no ganar nunca nada. Me cansé de tus palabras vacías, de tu desquicio que me enreda lenta y suavemente y que quiero evitar pero no puedo. Me agobie de tus heridas, tal vez involuntarias pero dolorosas, que se reabren continuamente, sangran y curan, y vuelven a sangrar...
Me siento incapaz de enfrentarte, estoy débil, o lo peor de todo, tal vez sea débil, pero no quiero ceder de nuevo, no quiero seguir perdiendo... perdiéndome...
Ahora mi cabeza es un gran ovillo de dicotomías que me atormentan cada vez que siento tu presencia o sufro tu ausencia, quisiera evitarlo pero es imposible. Sos quien maneja los hilos de esta estúpida marioneta.
Escapar es inútil, intento huir, pero los recuerdos me atrapan, me engañan ya que son poseedores de un deleite inmensurable, entonces abuso de ellos, los desgasto cientos de veces en mi perturbada mente, los hago renacer, les otorgo el matiz que necesito para apaciguarme. Esa serenidad se desvanece cuando me percato de tu condición de engañador eterno. Desconfió nuevamente e intento convertirme en estratega, una muy cautelosa, capaz de ganar esta batalla de la manera mas prodigiosa. Me prometo no creer en nada de lo que provocas, mejor aún, en ignorarte por completo, o por que no, desaparecerte y convertirte en una sombra absurda del pasado.
¡Y otra vez no puedo! Mi fragilidad es evidente, soy incapaz de reducirte a un punto ínfimo de mi pasado, porque es ese pasado el que me colma de nostalgia y que mengua mi presente dolor. Pasado que provoca creer que existió el Paraíso y lo perdí a causa de mi error, y ese error me hiere, me enferma y evidencia que soy la culpable de mi propia angustia.
Una vez mas caí en tu red, en un solo segundo tu poder perverso transformó a la brillante estratega en una jueza obnubilada que firmó su propia condena. Y mientras te presentas absuelto no logro entender tu destreza absoluta para articular cada una de tus herramientas de manipulación.
Deseo con intensidad acabar con todo esto, refugiarme en algún lugar que no puedas encontrar, y de alguna manera liberarme. Desearía despojarme de todo lo que nos une, desarmar el lazo que me oprime y de una vez por todas eliminarte por completo de mí.
Pero soy solo una esclava doblegada a la contradicción que no puedo vencer y sometida al miedo de perderte y vivir abrumada por la soledad.
Debería aceptar de una vez por todas que hay demonios contra los cuales no puedo luchar y salir victoriosa. Pero aunque este reconocimiento implique mediocridad de mi parte considero que es la decisión menos caótica. Y esta diatriba resulta inservible y vana, ya que de todas maneras termine cediendo como siempre y otra vez acabas vencedor frente a mi... inmenso, poderoso, inmutable...y es en ese instante cuando veo en el reflejo de tus ojos tu siniestra obra...y me encuentro reducida, inerme, vulnerable... ya no lo resisto y entonces grito en el más de los profundo de los silencios: ¡Basta! ... Porque me harté de este rol ingenuo, de colmarme de pensamientos inútiles y de todas maneras acceder una y otra vez a tu turbio juego
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