Duelo

Hoy dentro mio un hombre muere.

No habitarás en mí,

te entregaré al olvido.
Mientras,
un adiós enlutado te despide.
Mientras,
la agonia se hace carne.
Mientras,
ese adiós enlutado te despide.
Mientras,
mis sábanas conciben tu mortaja.

Mientras...

Mientras mueres dentro mío.

Adoradme

"… En el fondo, todas las mujeres son putas
y quieren que se las trate como putas…
¡Mezclado con un poco de adoración!"

Anaïs Nin

Dormido sólo hasta mañana

Otra noche consagra su encanto ante la frágil esperanza mientras creo que el ocaso es el momento propicio para desvanecer y compartir deseo, razón y olvido. Otra escena reiterada, carente de originalidad, pero colmada de ilusiones. Un convencimiento débil de que la vivencia venidera será efectivamente real. Otra oportunidad para crear un pequeño cosmos entre dos. Por eso aprovechemos que el reloj está dormido para soñar el vínculo entre almohadas.

Dejaré mi ánima a la intemperie solo para ti. Tomaré el riesgo de perderme en el desquicio y en el nomadismo emocional, pero no caeré en la simpleza de entregar mi carne en forma insípida. Podrás beber el encanto del dulzor que ofrece mi cuerpo mientras deseo consagrarme como tu ninfa.

Otra noche será testigo de estrellas distantes y amantes efímeros. Otra noche que morirá al alba. Todo ocurre mientras el deseo de la perpetuidad fenece, y el encanto lentamente se desvanece. Por eso aprovechemos que el reloj está dormido para soñar el vínculo entre almohadas.

Convencer a la razón por un instante, al menos intentemos convertir en factible la evidente imposibilidad de alcanzar lo eterno. Ignoremos la fatalidad del fluir del tiempo, concibamos una nueva forma de existir. Creamos en el ofrendar puro de los cuerpos. No busquemos descubrir mentiras implícitas en el mirar, porque ninguno confesará: “Yo solo quiero degustar mi sabor en tus labios”.

Por eso aprovechemos que el reloj está dormido para soñar el vínculo entre almohadas. La disponibilidad se agota y nosotros seguimos girando en círculos. Llegamos para partir, partimos para llegar inmersos en una circularidad extenuante. Fundiremos nuestros deseos en círculos perfectos perdurando hasta el mareo.

Todo quedará caduco al alba cuando el reloj despierte y sus manecillas vuelvan a girar para marcar la distancia entre nuestros cuerpos, inconscientes de esa abstracción conocida como Tiempo. Este es el fin, pero de todas formas nos despedimos con un “Hasta mañana” y ahí está nuevamente el Tiempo despierto que regresa hecho palabra.

Retrospectiva


Puedo ver en mí la muerte de quien vivía con mesura.